Los católicos están indignados, y con toda la razón. Se les ha relegado a ciudadanos de segunda sin derechos civiles, ciscándose una vez más en la Constitución. Se les quiere expulsar de la vida social: de las escuelas, las festividades y hasta de la calle!
Así está ocurriendo en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Sevilla, en Cádiz y en todos los lugares «gobernados» por la izquierda radical (que es sinónimo). Están siendo amenazados, ofendidos con provocaciones constantes como la procesión blasfema de Sevilla, quitándoles los nombres de sus calles, etc. etc. etc. Y se están hartando… tanto como para salir a la calle, en una convocatoria anónima por whatsapp. Inaudito en gente pacífica como ellos… ¡muy hartos tienen que estar!
«Ay de aquellos que no teman nunca las iras del pueblo llano». Son el 70% de la población y los paganinis de este estado que les persigue. A lo mejor deciden un día dejar de pagar, porque si no tienen derechos tampoco tienen obligaciones.