Hoy, 3 de octubre, han sido beatificados en Santander 18 nuevas víctimas del terror rojo en el año 36. Eran religiosos cistercienses y dos monjas, absolutamente ajenos a la lucha política. Murieron por el odio a la Fe que poseía a los milicianos republicanos. En la ceremonia de beatificación, el Cardenal Angelo Amato narró las circunstancias de su muerte: fueron arrojados al mar desde un acantilado, con las manos atadas a la espalda y los labios cosidos con alambre para que no siguieran orando. ¡Esa era la barbarie diabólica de la que nos libró la Cruzada!
Para una recopilación oficial de los crímenes cometidos por los rojos durante la Guerra Civil, ver la Causa General
en una etapa en que todo desvío es posible y toda abjuración viable, la
lealtad es una virtud tan precisa, que atrae la simpatía de los hombres sencillos, a los cuales no ha sofisticado ni depravado la propaganda que tan hábilmente manejan los grandes manipuladores de la opinión.
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